Este es el relato que hace el viejo y retirado secretario del ayuntamiento de Tabórniga a un joven forastero sobre los intentos y fracasos de las gentes de las llamadas Tierras del Conde por sacudirse de encima el yugo feudal que los oprime de antiguo y que todavía condiciona su presente. Un relato que va más allá de la épica, más bien escasa y hasta dudosa, de la lucha ancestral contra sus señores por parte de los naturales de esta villa amurallada y rodeada de trigales y viñedos a medio camino entre la montaña y la ribera del Ebro. Porque lo que de verdad se cuenta aquí es que la historia de los pueblos, y en especial la de Tabórniga y su comarca, con su Medievo violento y oscuro, la Francesada, las Guerras Carlistas, la última civil y las secuelas del terrorismo etarra, solo es el marco donde suceden esas otras historias personales, pequeñas, familiares o no, en las que la verdadera épica reside siempre en la resistencia frente a un entorno extraño y/o hostil.