Recomendación librera

"Tras ser fotografiada por Stern, Marilyn Monroe rayó algunas de las instantáneas con las que no se sentía cómoda, para asegurarse de que no se usaran. Después de su prematura muerte, el fotógrafo acabaría mostrándolas al público en una celebrada exhibición de belleza trágica. No es casual que Barthes llegase a referirse a los fotógrafos como "ángeles del registro de la muerte": se captura la vida y, así, se hace visible la condena del paso del tiempo. Pero ahora somos nosotras quienes sostenemos ese ojo capturador de Stern, el accesible objetivo de la cámara, los márgenes de la foto, del espejo en el que nos miramos: "eres una mujer con un hombre dentro de ti", afirma Atwood, "eres tu propio voyeur". En efecto, esto no nos empodera; solo hace que seamos nosotras las que disparemos y vivamos la esclavitud de la belleza desde la culpa. Mediante un ejercicio que escapa el elitismo erudito, Strömquist arremete contra los falsos discursos que someten a los cuerpos a la imposible promesa de la optimización y defiende, en último término, el destino a marchitarse del futuro: la condena fotográfica que convierte el presente en pasado. Vejez, muerte, cuerpo; las cosas importan por perecederas. Resuenan en la sala de los espejos los lamentos de Heine -"todo aquello que quisimos, como los sueños se desvanece"- y la sentencia conclusiva de Goethe: "ich besass es doch einmal", "pero una vez fue mío"."

Júlia

Área Humanidades e Idiomas

Alibri Llibreria Barcelona