Sin duda no es la novela más compleja de Dostoievski, pero sí que es la mejor para empezar con este autor, precisamente porque es la más directa y la que más va al grano, la que te engancha más desde buen principio y ya no te suelta hasta el final, aunque esto no quita que sea una novela compleja y fascinante, con una estructura impecable y algo de sentido del humor. Tiene que ser realmente buena, porque Raskolnikov (el protagonista) me cae como una patada: es un egoísta con delirios de grandeza ridículos que trata fatal a las mujeres que se preocupan por él. Pero esto, que tantas veces me hecha para atrás en una novela, aquí no me importa lo más mínimo. Y es que además está Dunia, que es un personaje con carácter maravilloso, y Svidrigailov, que es un villano cínico y sarcástico pero con matices, probablemente mi villano favorito.