Odio a mi jefe. Lo aborrezco. Me rompió el corazón hace dos años y ni siquiera recuerda quién soy. Vale, es verdad que yo estaba cubierta de pintura corporal azul eléctrico y llevaba peluca, pero ¿acaso eso es excusa para no recordar a la chica a la que le dijo que era su destino?Ahora me veo obligada a trabajar para este imbécil solo porque puede darme el puesto que quiero de verdad: el de gerente de su hotel.Cuando necesita una falsa prometida por un asunto de negocios, encuentro una solución sencilla: chantajearle. A cambio de que yo lleve su anillo, tiene que hacerme una prueba como gerente del hotel.Es el plan perfecto hasta que se acuerda de cómo nos conocimos.Entonces todo cambia y empieza a mirarme como si pudiera ver mi verdadero yo, me toca hasta hacerme flaquear y me besa con esa boca que amenaza con hacerme cosas de las que ni siquiera he oído hablar en las películas.Solo hay una pega: puede volver, perfectamente, a romperme el corazón.
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