De la mano de su hija, Isabelle Werck, nos sumergimos en la apasionantehistoria de esta joven miliciana que representó a una juventud volcada en ladefensa de la España republicana. Huyó a Francia en plena contienda yposteriormente se embarcó hacia Hispanoamérica en un exilio queleáharíaáconocer varios países:áSanto Domingo, Ecuador, Bélgica, Reino Unidoy EstadosáUnidos para volveráa España, a su querida Barcelona, en lossetenta, donde residió unos años ostentando el cargo de cónsul junto a sumarido el diplomático Carl Werck. Después de una estancia en la Bruselasnatal de Carl, vivió sus años más felices en París.áCon cercanía y la ternura, propias de la mirada hacia su madre, Isabelle nosacerca a la intrépida vida de una de esas familias que vivieron en los años mássombríos de nuestra historia reciente.
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