Verano de 1830. Washington Irving hace casi un año que abandonó sus habitaciones en la Alhambra. Una mañana, bien temprano, un cadáver aparece flotando en la alberca del Patio de los Arrayanes. Doña Frasca, encargada de recibir a los visitantes del monumento, es comisionada para la investigación del crimen. Se servirá de Matías, ocasional guía de los palacios, y del alguacil Lorenzo Montuega. La desconfianza en el inepto gobernador de la Alhambra y el temor a que la autoridad de la ciudad de Granada intervenga en la jurisdicción de la ciudadela (y entorpezca así los dudosos negocios que los alhambreños gestionan), implica a doña Frasca en una intensa investigación que, con la ayuda de Don Alhambro, la lleva a recorrer la Granada del albor romántico. Entretejida por los escritos de los viajeros que visitaron Granada y la ciudadela de la Alhambra durante gran parte del siglo XIX, Alfonso Salazar crea una novela trepidante y colorista que transporta a quien la lee a los ambientes de aquella ciudad romántica, sus barrios, gentes y trazados urbanos, con la Alhambra como escenario privilegiado.