A medida que el lector se adentre en estas páginas, sentirá que algo en su interior comienza a desplazarse. Se verá situado, consciente o intuitivamente, entre dos dimensiones: por un lado la idea espacio-temporal que da forma a lo cotidiano, donde el tiempo transcurre en secuencia y el espacio delimita acciones, y por otros espacios-tiempos diferentes, más sutiles que se deslizan entre las rendijas de lo habitual, como si fueran llamadas desde otros planos de la experiencia.Desde allí la conciencia humana filtrará estímulos nuevos, percepciones no ordinarias que no llegan tanto por los sentidos físicos, sino por otra forma de atención más honda, más receptiva. Será una percepción que no traduce sino que revela. Y entonces, lo humano se verá como lo que siempre ha sido, un puente entre mundos.