Demolido por la larga enfermedad y muerte de su madre, Daniel escapa de un presente insoportable y evoca la pureza del niño que hendía el océano sobre su tabla a vela y descubrió el adictivo juego de la seducción.Con el recuerdo como bálsamo, regresa al edén de sus estíos ochenteros cuando todo era romance, fascinación, y desafío a lo convencional. Son los alegres ochenta. Miles de estampas tintadas de tonos pastel se cimbrean al son del R-B. Cabelleras encrespadas, hedonismo, transgresión, culto a la imagen, incesante búsqueda de belleza. Un universo precioso en el que el protagonista y su pandilla se sienten como peces en el agua. Pero en su excitante travesía por el pasado, por los amores de verano y las travesuras infantiles, Solo una ilusión trasciende la mera reminiscencia y retrata con demoledora autenticidad las emociones, los sueños truncados y embates de realidad de toda una generación. La lacerante y repentina partida de una inocencia sin retorno.