Retener la sorpresa, capturar el momento y su arrebato, compartir un despertar, fusionar vida y lenguaje, captar esencias, convertir los sentidos y el pensamiento en un oasis de eternidad e infinitud. Escribir y mirar como si sucediera un acto de revelación o una hierofanía o un fenómeno cuántico. Es este, por tanto, un libro místico, por lo que tiene de sagrada la condición del alma y la estética de lo inefable. El asombro es el hilo de Ariadna que recorre todo el libro, entendido como un estado de consciencia en busca de lo transcendente. Un itinerario taxidérmico de contemplación y silencio. Un rosario de haikus inspira la primera parte. En la segunda, un conjunto de tankas lleva y trae de un trance a otro, de una mirada a un latido. Y un conjunto de poemas más largos ensancha el camino lector y vital del libro en las dos últimas partes. Rinzenmuseum tiene algo de templo, pero también de ágora y oráculo.