En Hermano pulpo, Miguel Martínez despliega un inventario poético que viaja desde las profundidades marinas hasta los confines de la memoria personal. Entre cefalópodos melancólicos, pepinos de mar estoicos y aves efímeras, el libro traza un mapa de lo humano a través de sus criaturas, reales e imaginarias. En este viaje, divertidísimo y juguetón pero también hondo, casi abisal, el autor observa con humor, ironía y ternura la fragilidad del cuerpo, la herencia familiar, el paso del tiempo y la absurda belleza de existir. Su verdadera temática es la curiosidad constante y agradecida ante el mundo: nada le es ajeno, ni lo humano, ni lo animal, vegetal o mineral, ni siquiera la nada misma. Cada poema es una ventana donde la ciencia y la emoción dialogan, y donde, incluso frente a la certeza de la muerte, persiste el deseo de celebrar, preguntar y abrazar.