«Pues eso es lo que haré. Caminaré tranquilamente, sin prisa y sin un destino claro, por estos valles del gigante dormido que ahora tengo tan cerca. El placer del viaje radica solo en el viaje mismo, en el comenzar el camino. (...) No puedo dejar de avanzar, soy como un río que fluye hacia el mar sin posibilidad de volver atrás. Avanzo y procuro no dejar huella por donde paso, pero busco que los lugares por los que transito como un peón caminero sí me dejen una marca en mi interior. Qué placer pasar por la vida desapercibidamente. (...)

Una hormiguita

vocea imperceptible

al paso del hombre.

La gratitud debería empezar con la plena conciencia de los momentos que vivimos, entendiendo que cada instante que vivimos es un momento regalado. El aquí y el ahora es un presente, y por eso el tiempo verbal que usamos para referirnos al aquí y al ahora es el “presente”, que también significa regalo u obsequio.»

«Por los valles del gigante dormido muestra este viaje simultáneo a través de una exquisita prosa poética que armoniza pensamientos y emociones, tal como lo hacen mente y corazón, ego y Yo, mediante el diálogo interior del autor, manifestado por escrito.» Gemma Soler, en el postfacio de la obra.