¿Se puede pensar la teología no como un conocimiento objetual y metódico, al modo de las ciencias, sino como un saber más amplio? A la base de este interrogante hay un problema histórico filosófico que puede abordarse desde el enfoque de Martin Heidegger, el pensador alemán localiza un fallo determinante: el ser en cuanto tal ha quedado "olvidado" en la tradición, que se abocó únicamente al ente y sus relaciones de fundamentación. La teología ha sido construida sobre esa metafísica que "deja afuera" al ser, el resultado es un conocimiento siempre expuesto al riesgo de tratar a Dios como un ente, es decir, como algo que se toma como simple objeto.

De aquí surge el interés por evaluar las posibilidades de un nuevo estilo teológico siguiendo la orientación de lo que Heidegger atisbó como superación de la metafísica, que implica tomar la vida misma como campo primigenio de la fe religiosa, y tomar la fe religiosa como una transparencia de lo que se da en la vida. La vida es el suelo fáctico e histórico de lo sagrado que late en el ser precediendo a la reflexión y al conocimiento, incluso la Escritura muestra que viviendo el hombre comprende el ser antes de que sea encerrado en los conceptos de la ciencia. Parece adecuado, entonces, iniciar un ejercicio fenomenológico abocado a lograr una hermenéutica originaria de la existencia, revalorizando las experiencias fundamentales y los antiguos lenguajes no objetivantes. En ese caminar es posible que demos con aquello inesperado que nos sorprenda y donde, tal vez, se escuche el eco de lo divino.