Espejos de caramelo puede ser lo que tú quieras. Un puñetazo en la cara o una mano de hierro que te agarra el cuello y te asfixia. Te puedes quedar en el principio, encerrarte en un mundo paralelo, en una dimensión de cristal, fría, engañosa, con apariencia dulce, puedes ahogarte en un pozo o morirte de hambre o cerrar los ojos fuerte fuerte hasta que sangren. Pero también puedes correr las cortinas de tu cuarto y dejar que entre algo de luz, mirar por la ventana, buscar un árbol, una fuente, una amiga, una palabra. Quizá es difícil pasar de una escala de grises a un mundo más colorido o, mejor, más coloreado, como lo pintan los niños, con un pájaro que es más bien un rayajo, un hada en el espacio, o un rosa tan intenso que da ganas de vivir. Quizá es difícil, pero podrías intentarlo.