«Las mentiras tienen las patas muy cortas». Es lo que me repito cada vez que una de ellas sale de mi boca. Que todos en el pueblo me conozcan tampoco ayuda a que me atreva a ser quien quiero ser y es, por esa misma razón, que me escondo tras un pseudónimo.Como si eso no fuera poco, aparece un fantasma de mi pasado abriendo heridas que pensaba tenía curadas. Esta situación tan inesperada hará que me enfrente a mis mayores miedos y reconozca quién soy de verdad ante mí misma y el mundo entero.Y al final, lo único que podré hacer es intentar mantener el control de mi vida, capear el temporal lo mejor posible y confiar en que todo salga bien. Porque de lo único de lo que sí estoy segura es, de que el pasado siempre vuelve.