Lola renace de sus cenizas, como el Ave Fénix. Después de estos meses negros de confinamientos, se vislumbra una pequeña luz al final del túnel. De nuevo, la vida empieza a fluír. Amanece, muchos se levantan para ir a trabajar, los niños van a la escuela o juegan en el parque, los ancianos se sientan al sol... Y hay una parte no tan agradable, que son los sin techo que, con sus cartones a cuestas, buscan un lugar donde guarecerse, esas colas del hambre, esos indigentes que duermen por las esquinas y se atiborran de alcohol para evadirse de la triste realidad que les rodea... Las secuelas de la pandemia.
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