Antonio Lezcano Ruiz tiene cincuenta y ochoaños. Vive en Alcorcón con su madre viuda. Llevacuarenta y dos años trabajando en el mismo banco,levantándose a la misma hora, haciendo las mismastareas.Antonio no ganará la nominación al Hijo Devoto, nial Marido Ideal, tampoco al Padre del Año. Pocole importa. Ni siquiera se inscribirá para competir.Antonio tiene otras prioridades. Podría decirseque Antonio no tiene prioridades, más allá de eje-cutar diariamente sus rutinas sin que nada las en-torpezca.Antonio se conduce maquinal, geométricamentepo r la vida con una brújula singular, milimétrica einmutable cuya dirección no varía por nada, ni si-quiera por las necesidades perentorias de sus seresmás cercanos: solo sus deseos importan.Sin embargo, la vida, con sus molestas sorpresas, leenfrentará a una realidad cambiante, de caminosimpredecibles que pondrán a prueba su reacciónpara no descarrilar y estrellarse ante las inevitablescurvas de la existencia.
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