Con el retorno de la silla apostólica a Itlais después del Gran Cisma, Roma reconquisto en el siglo XV su posición central como capital de la Cristiandad, constituyendo de nuevo un lugar apropiado para la legitimización del poder de las dinastías reales y principescas de toda Europa. En la Roma del Renacimiento, la cultura literaria y artística del humanismo no sólo había contribuido a construir la imagen materiall y simbólica de la ciudad -entendida como ciudad del papa, esto es el soberamo de la Cristiandad que repetía y superaba los triumfos de la antigua Roma- sino que, igualmente, había proporcionado los instrumentos para representar y comentar, en todo el orbe cristiano, los acontecimientos de mayor relevancia.
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