Existe una creciente conciencia científica y política de que la gestión comunitaria de los recursos naturales (comunales) es un régimen positivo para la conservación medioambiental y el bienestar de las poblaciones locales, entre otras razones por su alta participación. De hecho, los comunales cubren más de una quinta parte de la superficie terrestre y se superponen particularmente con áreas clave para la biodiversidad, sumideros estratégicos de carbono y otros dominios ambientalmente sensibles. Al mismo tiempo, los pastizales pueden cubrir más de la mitad de la superficie del planeta y el pastoreo también ha sido reconocido por valores clave similares. Sin embargo, hay aún poco conocimiento de campo, algo particularmente flagrante en Europa, donde en 2013 Eurostat determinó que más del 7 % de su Área Agrícola Utilizada son tierras comunales (más de 9 millones de hectáreas), siendo aún mayor en el Estado español. La «realidad invisible» de los comunales no puede ignorarse más.