La imagen en movimiento llegó a Asturias cuando el siglo XIX moría. Entonces era el invento de los inventos y una legión de comerciantes, científicos de baratillo, respetables señores, feriantes y hasta charlatanes, viajaban por la geografía española ofreciendo demostraciones. Durante sus veinte primeros años de vida fue complemento de varietés de toda laya. Al borde de la Gran Guerra se había convertido en un, más o menos, respetable espectáculo de masas, y en una industria cultural nueva. Son los años que reconstruye este libro. Más de 8.000 títulos de películas y la explicación de cómo, dónde y junto a qué espectáculos se proyectaban; de quién era su público y de cómo vivía.