Cuando la vida toca a su fin, cuando el ser humano comienza a tener la certeza de que sus días en la tierra están próximos a concluir, muy pocas cosas son necesarias. Una de ellas, tal vez la única, es la cercanía de los seres queridos que con su presencia amorosa acompañan en la esperanza del reencuentro. La muerte marca la frontera de la existencia humana, pero también se alza como interrogante de todo lo que se ha sido y de aquello que cabe esperar. Sólo en el esfuerzo por resolver este enigma las personas hallan sentido a su existencia y calman la angustia del vacío y la nada. Esta guía práctica no es ni un recetario para salir del paso ni un anestésico que adormece; más bien ofrece una serie de pistas y señales para buscar consuelo ante la muerte y acompañar al ser querido en su último trance.